La educación durante toda la vida se presenta como una de las llaves de acceso al siglo XXI. Esta noción va más allá de la distinción tradicional entre educación básica y educación permanente, y responde al reto de un mundo que cambia rápidamente. La educación permite,
sencillamente, ordenar las distintas etapas, preparar las transiciones, diversificar y valorizar las trayectorias.
“Estas necesidades abarcan tanto las herramientas esenciales para el aprendizaje (como la lectura y la escritura, la expresión oral , el cálculo, la solución de problemas) como los contenidos básicos del aprendizaje (conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes) necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades , vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo”.
La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares:
● Aprender a conocer, combinando una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias. Lo que supone además: aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.
● Aprender a hacer a fin de adquirir no sólo una calificación profesional sino, más generalmente, una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Pero, también, aprender a hacer en el marco de las distintas experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los jóvenes y adolescentes, bien espontáneamente a causa del contexto social o nacional, bien
formalmente gracias al desarrollo de la enseñanza por alternancia.
● Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos, respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.
● Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitud para comunicar…
Debemos no sólo dar prioridad a la adquisición de conocimientos, en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo.
La educación a lo largo de la vida es la llave para entrar en el siglo XXI, la de sociedad educativa en la que todo puede ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades del individuo. En resumen, debemos aprovechar todas las posibilidades que ofrece la sociedad.
En base a estos cuatro pilares y en nuestro objetivo de preparar a nuestro alumnado a las demandas del siglo XXI, hemos desarrollado un perfil de salida a conseguir en cada etapa educativa con unos rasgos definitorios.
Nuestros alumnos y alumnas constituyen el corazón mismo de nuestra Visión Educacional, que es formar jóvenes completos, autónomos y conscientes de su potencial personal; personas comprometidas, dispuestas a aprovechar oportunidades del mundo global y tecnológico, y libres para elegir.